20 Ene Guía rápida para sembrar bellotas con éxito
(Artículo redactado por Jorge Castro, Catedrático de Ecología de la Universidad de Granada y Asesor de Finca San Antón)
La recuperación y restauración de los bosques ha sido una actividad central en las políticas de gestión del medio natural desde hace décadas, e incluso siglos. En este sentido, la recuperación de los bosques de Quercus (árboles que producen bellotas, como las encinas, los alcornoques, los robles, los quejigos o las coscojas) tiene especial relevancia en el contexto de la Península Ibérica, pues son componentes fundamentales de nuestros bosques.
Estas especies constituyen además un elemento esencial en sistemas agroforestales tan importantes como la dehesa, y son claves para mantener agroecosistemas saludables ricos en biodiversidad y que combinen la producción agrícola con la conservación del medio natural. En la medida de lo posible, deberíamos tratar de generar setos, linderos y pequeños núcleos de vegetación en los medios agrícolas que albergasen individuos de estas especies –obviamente eligiendo la adecuada en función de las condiciones climáticas– lo que mejoraría considerablemente la calidad del paisaje y la de los alimentos que consumimos, así como la biodiversidad y los servicios ecosistémicos que aportan los agroecosistemas.
La restauración de los bosques de Quercus se hace generalmente plantando un plantón que se ha cultivado previamente en vivero durante 1 o 2 años. Sin embargo, cada vez se acumulan más evidencias de que este procedimiento presenta serios problemas derivados del desarrollo radicular de la planta. Los Quercus son árboles que producen una potente raíz pivotante, una raíz central que penetra en profundidad y que puede alcanzar 1 m de longitud en el primer año. Al sembrarlos en alveolos forestales o pequeñas macetas esta raíz central aborta, el resto de raíces se enroscan, y se producen sistemas radiculares anómalos que, con frecuencia, no penetran en profundidad cuando se trasplantan en el campo. En consecuencia, las plantas tienen menos acceso al agua de las capas más profundas del suelo, y muestran escaso crecimiento y altas tasas de mortalidad.
Una alternativa para la recuperación de estos bosques es la siembra directa de bellotas en el campo. La siembra de bellotas es barata, puede hacerse sin maquinaria y permite que cualquier ciudadano pueda realizarla con facilidad. De hecho, en los últimos años han surgido iniciativas denominadas “bellotadas” en las que grupos de amigos se unen para sembrar bellotas con la ilusión de recuperar los bosques. Este tipo actividades son de enorme relevancia, pues aparte de pasar un buen rato en el campo se genera la posibilidad de recuperar bosques, educar a mayores y pequeños y en definitiva realizar un esfuerzo colectivo que tiene como objeto un bien común. Sin embargo, se deben seguir unos pasos nada difíciles si queremos tener éxito. No sirve de nada sembrar bellotas si, por ejemplo, las plantas se secan después, o si tuviésemos certeza de que los animales de la zona se las van a comer. Más vale sembrar menos y cuidarlas, que sembrar muchas y no volver a prestarles atención nunca más.
Recientemente, hemos alojado en la página web del Departamento de Ecología de la Universidad de Granada una pequeña guía para tener éxito en las “bellotadas”. Estamos justamente en la época para la siembra de bellotas: si estáis planeando lanzaros al monte a repoblar con Quercus, esta guía os podrá ser de ayuda. ¡Que haya éxito!
Figura 1. Planta de encina cultivada en vivero, en alveolos forestales, dos años tras ser trasplantada al campo. La raíz central (la llamada raíz pivotante, la que debería ser más gruesa y penetrar en profundidad) ha abortado y en su lugar se ha generado un muñón. La planta ha producido raíces laterales que pueden ser potentes, pero que no penetran tanto en el suelo. Este desarrollo anómalo de la raíz afectará al crecimiento de la planta y a su resistencia a la sequía.
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