Agricultura y mesocarnívoros: ¿beneficios o perjuicios? - Finca San Antón
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Agricultura y mesocarnívoros: ¿beneficios o perjuicios?

 

Tejon Finca San Anton

Se suele utilizar el término “mesocarnívoros” para designar a un grupo heterogéneo de mamíferos carnívoros cuya dieta, además de incluir carne, se compone de una proporción relativamente elevada (incluso más del 50%) de organismos que no son vertebrados, como por ejemplo insectos, hongos, frutos y otros productos vegetales. En lo que respecta a la fauna ibérica esta acotación nos dirige a animales como el zorro, el tejón, la gineta o la garduña. Son con mucho los carnívoros más frecuentes en el medio rural. Además, el hecho de que con frecuencia se trate de animales de un tamaño medio hace que sus principales presas entre el grupo de los vertebrados sean especies que pueden causar daños a la agricultura, tales como ratas, ratones, topillos o conejos. Cabría esperar por tanto un gran beneficio de estos animales para la agricultura, dado que consumen plagas, no son herbívoros (raramente comen vegetales) y, aunque consumen fruta, su impacto en este aspecto suele ser bajo, pues no son buenos trepadores que se dediquen a saltar de rama en rama para comer la fruta. De hecho, el efecto beneficioso de estos animales como controladores de plagas del campo está recogido en diversos estudios. Téngase en cuenta, además, que es más fácil encontrar un efecto negativo ejercido por un animal que un efecto positivo, dado que a los primeros les dedicamos gran atención (por nuestro inmediato interés) y se investiga para combatirlos, mientras que los segundos pueden pasar desapercibidos por décadas al no tener un punto de referencia con el que compararlos. Muy posiblemente las ventajas que estos animales ofrecen para la agricultura sean por tanto mayores de lo que se asume.

 

Y sin embargo, no es nada raro oír quejas de agricultores por de la presencia de estos animales, así como tampoco es raro que se intente eliminar sus madrigueras y ahuyentar o matar a los adultos. ¿Por qué se le tiene tanta manía a estos mamíferos que conviven con nosotros en el medio agrario? Me atrevería a decir que se debe a una combinación de desconocimiento, mitos y –en lugar de perjuicio– prejuicios. Es evidente que cualquiera de estas especies puede tener efectos negativos sobre un cultivo o una finca en particular. Si un tejón entra en un campo de fresas causará un daño. Si un zorro encuentra uvas (recuérdese la fábula) comerá unas cuantas. Si un paisano tiene un pequeño huerto de unos 100 m2y se le instala en él una tejonera (a un amigo le ha ocurrido), el número de madrigueras y los hábitos gregarios de estos animales convertirán el terreno en un sitio impracticable para la agricultura. Todo esto es cierto, pero no justifica el odio hacia estos animales por un amplio sector del mundo rural, ni la necesidad de su exterminio, máxime teniendo en cuenta que existen hoy día muchas medidas para remediar estos casos puntuales. A escala global los efectos negativos de estos animales sobre la agricultura son muy bajos. Hace unos años un grupo de investigadores del Central Science Laboratory, de la Universidad de York (Reino Unido) hicieron un estudio muy amplio y riguroso del impacto del tejón sobre la agricultura en Inglaterra y Gales (una de las áreas de Europa con mayor densidad de tejones); los resultados indicaban que el mayor daño se refería a escarbaduras, y que en la mayor parte de las ocasiones los daños eran de mínima importancia, tanto física como económica. Por contra, los posibles beneficios –escasamente determinados– son múltiples. El tejón y el zorro, por ejemplo, son importantes depredadores de conejos, especie que sí que causa estragos en las cosechas, sistemas de riego, y otras infraestructuras agrícolas. La ausencia de mesodepredadores y de aves rapaces es sin duda una causa que subyace a la aparición de las plagas de topillos que se han registrado en los últimos años en Castilla y León, que se han difundido incluso en los medios de comunicación. En general, y más allá de casos particulares, los mesodepredadores juegan un papel esencial en los ecosistemas, como reguladores de presas que pueden convertirse en plagas, como dispersores de semillas, etc., y su presencia se considera de hecho como una buena señal de la salud del ecosistema o del agroecosistema. La reducción que sufren sus poblaciones por el acoso del ser humano no hace más que agravar el desequilibrio ambiental que de por sí introduce la producción agrícola intensiva.

 

Un propietario de un viñedo en La Mancha me comentó hace unos meses que le gustaría convencer a sus convecinos de la necesidad de favorecer las poblaciones de zorros en la zona. Su argumento era meridianamente claro, y correcto: la plaga de conejos que estaban sufriendo (y que causa daños particularmente importantes en los viñedos) debía estar favorecida por la escasez de zorros, que son esquilmados en la región –según las explicaciones de este productor– por cuenta de los cazadores con el argumento de que reducen la densidad de piezas de caza. Afortunadamente, esto nos enseña dos cosas: que hay agricultores (posiblemente más de los que imaginamos) con una visión diferente del valor de los mesocarnívoros, y que los cazadores (en caso de defender el mencionado argumento) están terriblemente equivocados. Pero esto es algo que dejo para otro día.

 

 

Escrito por:

Jorge Castro, Catedrático de Ecología.

 

Aquí te presentamos a una parte de nuestros mesocarnívoros de Finca San Antón

 

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